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La decepcionante Poison Ivy biofóbica de G. W. Wilson

Portada del n. 11 de la edición original, obra de Jessica Fong.
Portada del n. 11 de la edición original, obra de Jessica Fong.
Tenía bastantes expectativas puestas en la alabada serie de Hiedra Venenosa escrita por una de las mujeres guionistas de cómic más destacadas de los últimos tiempos, Gwendolyn Willow Wilson. La temática, el ser un personaje escrito por una mujer, la cuestión de la defensa violenta de la Naturaleza, el feminismo, la normalización de relaciones homosexuales entre personajes… todo apuntaba a que podría ser una lectura interesante tanto para mi hija adolescente como para mí mismo, veterano lector de comics y actual activista y creador en torno a la destrucción biosférica.

Y al leer los dos primeros tomos publicados en España por Panini, que recopilan los primeros 12 números de la serie original con algún que otro extra, sin duda me encontré con una historia bien escrita y dibujada (por Marcio Takara, excepto los terribles números 7 y 8, perpetrados por Atagün Ilhan). Sin embargo, mi interés por encontrar una historia coherentemente ecologista e incluso gaiana (The Greenlo Verde mejor que el Verde, como suelen traducir—, la fuerza/entidad natural con la que conecta el personaje, podría ser interpretada como una versión parcial de Gaia), no sólo se vio defraudada sino absolutamente traicionada. La historia sólo puede ser calificada como antigaiana, y el personaje, supuesta ecoterrorista —de terrorista no tiene mucho, pues no intenta forzar a ningún Estado a hacer nada—, es incoherentemente biofóbica. De hecho, no leía semejantes expresiones de biofobia desde aquella notificación que me envió no hace mucho mi ayuntamiento calificando un prado en su estado natural como un peligro para la salud pública.

Una supervillana ecologista radical no puede concebir la Naturaleza en los términos que lo hace la Poison Ivy de G. W. Wilson, y que gracias a la reveladora entrevista que incluye la edición española, vemos que es traslación del miedo delirante que la propia autora muestra hacia el mundo natural y que revela una absoluta ignorancia y una marcada posición neodarwinista. Aparte de documentarse sobre hongos parasíticos podría haber leído algo sobre Ecología Profunda, o sobre la Teoría Gaia, ya que iba a tener entre manos un personaje con tanta relación con la Biosfera, o simplemente algo sobre las motivaciones de los grupos ecoterroristas del mundo real.

P. 18 del nº 11 de Poison Ivy. Dibujo: Marcio Takara. Color: Arif Prianto.
P. 18 (frag.) del nº 11 de Poison Ivy. Dibujo: Marcio Takara. Color: Arif Prianto.
En dicha entrevista, la autora de Nueva Jersey, afirma: «El mundo natural es implacable. Hemos dado en ver la naturaleza como algo feliz, benigno y nutriente, pero por lo general lo único que quiere es matarnos.»

Posteriormente, pone en boca de Hiedra Venenosa la misma idea biofóbica y anticientífica (p. 18 del nº 11 de la ed. original): «Crees que todo lo natural es sagrado y puro. Pero la naturaleza pasa cada momento de cada día intentando matarte.»

En primer lugar esta idea cae de lleno en la idea moderna promovida desde la Ilustración, del ser humano como algo ajeno a la naturaleza. Se desprende de esas frases que la Naturaleza es una cosa y los seres humanos somos otra (¿no natural? ¿artificial, acaso?) totalmente separada. Esto es necesario para poder a continuación calificar ese Otro como un peligro, como una amenaza, pues no tendría sentido que la Naturaleza se dedicase con tal ahínco a destruir una parte de sí misma. Y, ojo, porque aquí no hablamos de la típica posición de el ser humano se ha convertido en una plaga y la Naturaleza nos lo hará pagar deshaciéndose de nosotros, que también está presente desde el comienzo de esta serie: «Colectivamente somos una especie invasora. Chuparemos cada recurso del planeta hasta que lo único que quede sea una bola de cemento recalentada. La única forma de salvar esta canica azul maravillosa es librarse de todos nosotros. Todos y cada uno. Yo incluida.» (última p. del nº 1). Aunque esta idea sea también falaz, pues lo que es un cáncer para la Biosfera es la civilización capitalista, no la especie en su conjunto, también la explicita la autora en la serie («No es que los seres humanos me disgusten. Como individuos, están bien. Lo que odio, lo que no me deja dormir mientras me rechinan los dientes es la civilización.», íbid.) pero no acaba de hacer que su personaje trace una línea clara y coherente, al menos en estos primeros números de la serie que comenzó a publicar DC Comics en 2022. No, aquí el problema radica en que se trata de hacernos ver que la Naturaleza es más que «amoral», inmoral y «asesina», esa visión de una naturaleza de garras y dientes (Tennyson) tan cara a la rama de la Ilustración (Bacon, Descartes, Hobbes, Newton…) que acabó siendo hegemónica y relegando a la tenía una visión menos dominadora y más integrada de la Vida y la civilización humana (Von Humbolt, Spinoza…).

P. 23 del nº 1 de la serie original. Dibujo: Marcio Takara. Color: Arif Prianto.
P. 23 del nº 1 de la serie original. Dibujo: Marcio Takara. Color: Arif Prianto.
Resulta profundamente contradictorio que el personaje tenga esa visión (biofóbica) y al mismo tiempo quiera destruir a la especie humana para salvar (biofilia) al resto de especies. Una heroína (o villana según quien lo juzgue) gaiana entendería que la Naturaleza somos también nosotros y que, sí, hay muerte en el mundo de la Vida, porque es parte constitutiva, indispensable e inseparable, pero no hay ensañamiento ni «malignidad» ni intención homicida en ella; pero también hay pureza, sacralidad y nutrición, pues ¿acaso todo lo que nos mantiene vivos no es Naturaleza, «cada momento de cada día»?

Wilson demuestra una gran confusión acerca de cómo funciona la Vida y unos enormes prejuicios antropocéntricos que ha trasladado, por desgracia, a este personaje y a estas historias. No obstante, seguiremos atentos a la publicación en castellano de los siguientes números, esperando, probablemente en vano, un giro de la biofobia a la biofilia simbiótica con conciencia gaiana a partir de Lo Verde.

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