¿Qué diferencia hay entre la catadura moral de los padres que dejan morir a una hija o un hijo, porque su religión les prohibe someterlo a un tratamiento médico que según la ciencia lo salvaría, y la de los dirigentes políticos que insisten en mantener el crecimiento económico, de materia y de energía, pese a que la ciencia les dice que eso nos matará a todos? Cuando la gente de ciencia les dice «el paciente está gravemente enfermo, puede morir, estos son los síntomas y estas son las causas», y pese a eso, siguen dejándose dirigir por su fe en el crecimiento perpetuo, en que la tecnología (¡contra la ciencia!) nos salvará, es decir, siguen enrocados en sus creencias religiosas contra el diagnóstico médico, y se niegan a aplicar los tratamientos porque contradicen su fe… ¿se distinguen en algo de esos fanáticos religiosos anti-trasfusiones? ¿Acaso no son mucho peores, pues no sólo juegan con la vida de una persona sino con la de miles de millones, por no contar el resto de seres con los que conformamos la Biosfera, y las generaciones venideras de todas las especies?
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