Si algo ha multiplicado la civilización industrial es nuestra capacidad para hacer daño a otros seres, consciente o inconscientemente. En épocas preindustriales las maneras que teníamos da dañar y a quién podíamos llamar estaba muy limitado a un conjunto de acciones, principalmente físicas y verbales, a un radio de acción muy pequeño. Hoy día cualquier persona que participe en la civilización industrial capitalista fosilívora y mundializada posee el poder de ejercer una miríada de acciones dañinas cada día no sólo contra sus semejantes sino contra otros seres vivos repartidos por todo el planeta, y de hecho la mayoría de nosotros lo hacemos, en general sin ser plenamente conscientes de ello. Esta es probablemente la gran tragedia de eso que llaman el Progreso.
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