Pero me pregunto yo por qué antes no obligan a las farmacéuticas a liberar las patentes de sus vacunas, ya que negarse a hacerlo está poniendo obviamente en peligro a miles de millones de personas.
Me pregunto por qué no obligan también a los países ricos a dejar de acapararlas y a cedérselas a los países empobrecidos, ya que su comportamiento egoísta está obviamente poniendo en peligro no sólo a los habitantes de dichos países sino también, de rebote, a los de los nuestros, como se está viendo con las variantes que surgen en países donde el virus circula, se replica y muta con menos trabas.
Y me pregunto también por qué no obligan a las autoridades sanitarias a acelerar los ensayos clínicos necesarios y las autorizaciones precisas para los tratamientos curativos y preventivos, cuyo retraso y relegación con respecto a las vacunas, está obviamente costando muchas vidas.
Si abordásemos esas obligatoriedades no haría falta ni que se nos pasase por la cabeza la idea de obligar a nadie a ponerse una inyección.