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Next Generation EU: endeudando a la siguiente generación más allá de lo pagable

Next Generation EU
Casdeiro, after Radoan Tanvir (Pixabay)
Next Generation. El nombre no podría ser más sangrantemente irónico. El masivo endeudamiento al que se ha sometido voluntariamente la Unión Europea implica una losa mortal para la siguiente generación. La jugada para los poderes económicos ha sido magistral: ante una situación de caída brutal del PIB debida a la pandemia covídica, se han aprovechado del temor cerval de los gobiernos europeos a asumir la necesidad de decrecer (lo cual era el momento de hacer, convirtiendo el problema en una solución, haciendo de la necesidad virtud), se han apoyado en sus creencias religiosas en la desmaterialización ectoplásmica de la economía, en que es posible seguir creciendo infinitamente a base de hidrógeno verde y paneles fotovoltaicos, en que las mal llamadas energías renovables son limpias y virginalmente ecológicas, que se pueden instalar y mantener sin emitir carbono, sin necesidad de disponer de ingentes cantidades de petróleo, carbón y gas natural para su fabricación… Han sacado partido de todo ese inmenso credo de ingenuidad y autoengaño y les han animado a endeudarse hasta niveles nunca antes vistos, precisamente en el momento en que la ciencia nos avisa: no vamos a poder crecer más, y por tanto no habrá manera de pagar estas deudas odiosas.

Pero lo peor de todo es para qué nos están endeudando a todas, y sobre todo a la generación de nuestras hijas: para llenar con ese dinero prestado por los capitalistas, el bolsillo de otros (o los mismos, tanto da) capitalistas, que a cambio pondrán en marcha megaproyectos sin el menor sentido ecológico, social o termodinámico en su mayor parte, que concentrarán poder, generarán exclusión, desperdiciarán recursos vitales y nos condenarán a un callejón sin salida, añadiendo complejidad en lugar de reducirla para navegar, al menos, de manera segura el proceso de colapso civilizatorio. A lo sumo crearán islas de complejidad que aseguren una década o dos más de complejidad industrial a algunos privilegiados. Unos cuantos miles de coches eléctricos, unas pocas fábricas de microelectrónica, algunos artilugios militares y para el control de la población… La única «recuperación y resiliencia» que se logrará será la de las élites, al menos durante un tiempo.

Por tanto, podemos describir el fondo NGEU como un mecanismo para extraer la riqueza de las europeas y europeos del mañana para engordar hoy las cuentas de resultados de las grandes empresas. Un indecente robo del mañana, en un momento en que se reduce la capacidad del capital para obtener plusvalía del presente.

Lo que tocaba ahora desde el poder supuestamente democrático era aprovechar las grietas sistémicas producidas por la pandemia para derribar el tótem del PIB, reconociendo que el papel histórico de este indicador macroeconómico había terminado, y erigir en su lugar, en el centro de nuestra ágora socioeconómica, el altar de la Vida (toda vida en este planeta), del Buen Vivir humano, del cuidado mutuo y de la Casa Común, de la suficiencia y la autocontención, de la justicia climática y la equidad energética. Sentar las bases de una nueva civilización que construir dentro, nuevamente, de los límites de la Biosfera.

Pero no, en lugar de eso se ha encargado un moai aun más descomunal (¡qué palabra más apropiada!), cargándolo sobre los hombros de nuestros hijos, de nuestras nietas. Una delirante obra de insensatos que los aplastará.

El día en que los gobiernos europeos se declaren insolventes porque ni el hidrógeno verde ni los megaparques eólicos offshore ni los combustibles sinténticos ni la acelerada implantación de la última tecnología digital que nadie necesitaba, hayan sido capaces de evitar una caída acelerada de la Tasa de Retorno Energético, verdadero sostén de nuestras sociedades (¡y no el Banco Central Europeo, señores creyentes!), y por tanto no dispongan de economías capaces de nutrir a base de impuestos las arcas públicas para pagar ni tan siquiera los intereses de esta imperdonable deuda, el pufo lo tendrá nuestra next generation. Y, a menos que una dudosa rebelión contra el capital lo impidiese, los acreedores les obligarán entonces a entregar todos los bienes públicos en pago de la deuda. Y el Estado será vaciado de los pocos recursos que le queden, y la ciudadanía tendrá que pagar muy duramente la estupidez y cobardía de quienes tenían el deber de custodiar su futuro.

Manuel Casal Lodeiro, Barakaldo (1970). Escritor, divulgador, activista, aprendiz de labrador y de padre.

4 Comments

  1. Lo lamento, pero el planteamiento de este texto acerca de la deuda pública como una «carga para nuestros hijos» implica un desconocimiento absoluto de la naturaleza del dinero y la deuda, coincidiendo además con el anatema monetarista antidéficit. Trataré de ser concreto y didáctico en la explicación. Pido disculpas si para ello he de extenderme un poco.
    En primer lugar, hay una contundente contraprueba de que el argumento de que la deuda pública –sea el Next Generation o la estatal- es un “mecanismo para extraer la riqueza de las europeas y europeos del mañana” es falaz: resulta que coincide exactamente con el mantra neocon –el Estado es como una familia, la deuda de hoy son impuestos del mañana, etc.- legitimador del austericidio. En segundo lugar, yendo al nudo gordiano, el problema de este tipo de argumentos es que parecen soslayar que la generación y empleo de la deuda pública es un problema político y no técnico. En resumen, la deuda pública es una farsa –en realidad totalmente innecesaria- adaptada simplemente a las necesidades de mantenimiento de la menguante rentabilidad del capital privado, representado por la gran banca global: la deuda es el negocio de la banca, ahí es donde hay que poner el foco y no en un imaginario “indecente robo del mañana”.
    Doy dos argumentos más, uno reformista-keynesiano y otro marxista de la iniquidad del mecanismo de expropiación financiera, que representa la deuda pública en el ordoliberalismo encarnado en la UE:
    Un Estado –tal es el primer mandamiento de la Tmm- con soberanía monetaria –partiendo el espinazo de la privatización de la deuda- puede endeudarse sin lamentarlo financiando la actividad económica sin preocuparse por la “carga de la deuda que dejamos a nuestros hijos”. Tal planteamiento –con el que coincido en este punto- muestra una vez más que la deuda es un problema político y no técnico y que las futuras generaciones tendrán miríadas de gravísimas hipotecas –el ecocidio en lugar destacado- de las que ocuparse, pero no ésta ni mucho menos.
    En segundo lugar, la simple socialización de la banca central y privada como fuente de financiación de los medios de producción y consumo –como por cierto, dicho sea de paso, ocurre en China- eliminaría de raíz no sólo el problema de la deuda pública sino el elefante en la habitación de toda la ortodoxia y la izquierda reformista del tipo de la TMM: la generación de dinero y deuda –un 95% en manos de la banca privada- como expresión del poder social al servicio del sostenimiento de la maltrecha rentabilidad del capital.
    Así pues, no basta con buenas intenciones –que comparto- sino que hemos de desarrollar análisis serios evitando que las loables buenas intuiciones nos nublen el análisis mínimamente riguroso

  2. Gracias, Alfredo, por trasladar aquí tu crítica desde Twitter. Así queda mejor constancia. Intentaré trasladar también a continuación mis réplicas, que creo que se entenderán mejor citando las frases a las que me refiero en cada una de ellas.

  3. resulta que coincide exactamente con el mantra neocon –el Estado es como una familia, la deuda de hoy son impuestos del mañana, etc.- legitimador del austericidio.

    El hecho de que esa apreciación coincida con otra de la derecha, y el uso que de esa argumentación haga la derecha, no me basta como argumento. ¿Acaso no es cierta?

    En resumen, la deuda pública es una farsa -en realidad, totalmente innecesaria- adaptada a las necesidades de mantenimiento de la menguante rentabilidad del capital: es el negocio de la banca, ahí es donde hay que poner el foco y no en un imaginario “indecente robo del mañana”.

    ¿Una farsa? ¿Acaso no hay obligación legal de pagarla, incluso elevada a rango constitucional en nuestro país, primando sobre cualquier otro gasto del Estado?

    Lo que se dedique en los PPGG del Estado en los años venideros al pago de la deuda, no se dedicará a gastos sociales. Eso no es una farsa, sino algo con consecuencias sociales muy reales!

    Un Estado –tal es el primer mandamiento de la Tmm- con soberanía monetaria puede –partiendo el espinazo de la privatización de la deuda- endeudarse sin lamentarlo, financiando la actividad económica, sin preocuparse por la “carga de la deuda que dejamos a nuestros hijos”.

    Pero ¿de qué Estado hablas? El nuestro no tiene dicha soberanía. Hablemos de Estados reales, por favor. Y del marco legal actual. Si abrimos la posibilidad de vuelcos legales, tb en política monetaria, claro que la cosa cambia. Pero yo partía de la realidad existente.

    Y lo de «endeudarse sin lamentarlo» tiene un límite. No puedes crear dinero sin más sin socavar la base real de la masa monetaria, sin devaluar la moneda. ¿No es cierto? En cualquier caso, es una elucubración teórica, pues los estados de la UE no pueden hacerlo.

    Si conoces un poco mis propuestas en el terreno político, sabrás que soy partidario de recuperar soberanía monetaria, y que incluso opino que se podría hacer manteniendo el euro, simplemente creando una segunda moneda de ámbito nacional.

    En segundo lugar, la simple socialización de la banca central y privada, como fuentes de financiación de los medios de producción y consumo –como por cierto, dicho sea de paso, ocurre en China- eliminaría de raíz no sólo el problema de la deuda pública

    Claro, como otro tipo de medidas de corte socialista eliminarían otro tipo de problemas y de «hipotecas». Pero mientras no se tomen, la losa sigue estando ahí. Y la obligación constitucional de pagar esas deudas. Y es por ello que hablo de una carga de momento muy real.

  4. A nivel mundial la deuda es 3,2 veces el PIB. Eso es impagable, querrán cobrárselo en especie, a ver cuanto aguanta el sistema sin que revienten las costuras. En la última ronda de crisis, que fue ayer mismo en Grecia y Chipre, se bordeó la insurrección y una consecuencia directa fue la salida del Reino De Momento Unido.
    Ahora que la UE ha demostrado durante la covidia su absoluta inoperancia ¿Cual será el siguiente en irse? ¿Italia? Esto no puede acabar bien ni en paz.

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