Una izquierda que se niega a explicarles a sus votantes que muchos de ellos tendrán que reducir su nivel de consumo, abandonar las grandes ciudades, trabajar en el sector primario… le está preparando el terreno al fascismo. Por negarse a decirles a los obreros que tendrán que volver a hacerse agricultores —como lo fueron la mayoría de sus padres, madres y abuelos— los están poniendo en manos de aquellos que mañana, cuando estén desesperados, les prometerán continuidad de un imposible a costa de la pérdida de libertad y de la masacre de otros.
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