Recordaba hace poco en una intervención por videoconferencia que en el mundo natural sólo el cáncer y las plagas crecen de un modo no autolimitado. Pero nuestros gobernantes pretenden con sus políticas y sus discursos que es no sólo posible sino también positivo seguir haciendo crecer los metabolismos socioeconómicos de nuestras sociedades. No dicen que haya que hacerlo hasta alcanzar ciertos objetivos de desarrollo o hasta que alcancemos ciertos límites de recursos, no: crecer a perpetuidad es su lema implícito.
Sin embargo todos podemos imaginar las consecuencias de que una persona no dejase de crecer al terminar su pubertad y entrar en la primera edad adulta. Imaginemos que alcanzamos los 175 cm y 65 kilos de peso alos 20 años pero que por una disfunción en nuestros metabolismo, por unas hormonas del crecimiento (somatotropina) que no son desactivadas por otras señales hormonales (somatoestatina), no paramos ahí. Que seguimos creciendo aceleradamente, al 3% anual a partir de ese momento. Llegaríamos a los 75 años midiendo casi 9 metros y medio y pesando 350 kilos. Lógicamente moriríamos bastante antes de llegar a esa edad debido a los problemas asociados a semejante nivel de gigantismo.
O, si vemos a nuestra especie como no dice la Teoría de Gaia Orgánica de Carlos de Castro, como un conjunto de células especializadas o un órgano más dentro de macroorganismo Gaia (la Biosfera), entonces la analogía sería un cuerpo en el cual un órgano, una vez formado y funcionado no sabe detener su crecimiento: el corazón o el cerebro o un hueso que no sabe parar de crecer y continúa extendiéndose por el cuerpo a costa de destruir otras células, otros órganos, de privar al resto del organismo de recursos que necesita para su correcto funcionamiento. Tarde o temprano, el organismo moriría. Este es, ni más ni menos, el panorama al que nos enfrentamos al aceptar y promover unas sociedades industriales que crecen como un cáncer que está destruyendo la biosfera, y con ella a sí mismas en el medio o largo plazo.
Los síntomas de esta patología del crecimiento ilimitado los vemos reflejados en el caos climático, en la Sexta Extinción Masiva, en la destrucción continuada de hábitats, en la acidificación de los océanos… Son todas ellas consecuencias de un órgano de la biosfera que ha perdido el control sobre su propio crecimiento: la civilización industrial creada por el Homo sapiens. Los propios bucles de realimentación de dicha biosfera están activando algunos frenos a dicho crecimiento, como es el caso de la actual pandemia y de muchos otros efectos negativos antropogénicos que nos vienen devueltos en forma de destrucción y muerte, pero que pueden llegar tarde, trágicamente tarde, tanto en su función de aviso como en función de freno. Aparte de que el terrible dolor que causan y causarán a millones de seres humanos (y de otras criaturas) sería evitable si supiéramos parar, detener el crecimiento y orientar todas nuestras sociedades a la homeostatis, la resiliencia y la (re)integración sana en Gaia, el cuerpo del que somos parte, el cuerpo ahora gravemente enfermo por culpa de un modelo civilizatorio profundamente insano.
The Impossible Hamster from Leo Murray on Vimeo.