Continuando con el tema de mi entrada anterior, quisiera ahora fijarme en otro término puesto recientemente de moda: crisis climática. Este término se usa como sinónimo de cambio climático, que a su vez fue un sustituto decidido políticamente para el inicial de calentamiento global. En una conferencia para la Universidad de Vasa en Finlandia titulada “Geopolitical and Personal Nonkilling Choices in Times of Collapse” abordé, entre otros temas, la crítica de este nuevo término, que ahora paso a traducir al castellano:
¿»Crisis climática»?
En el título de esta conferencia podemos ver el término «CRISIS climática». Se trata de una terminología que no sólo podemos encontrar en títulos de conferencias o artículos de prensa sino también, cada vez más, en campañas activistas (por ejemplo, el famoso movimiento Extinction Rebellion) e incluso en trabajos académicos.
Sin embargo, creo que el uso de la palabra «crisis» es ciertamente inadecuado. Y voy a tratar de explicar por qué. La palabra «crisis», tanto por su etimología como por su empleo en la mayoría de los idiomas del mundo, tiene un significado de temporalidad. Si consultamos los diversos significados en un diccionario de inglés como el Merrian-Webster, por ejemplo, veremos que se refiere a un «turning point», «attack», «event», «moment»… [Algo similar ocurre con el significado en castellano y muchas otras lenguas.] Quiere esto decir que una «crisis» es, por definición, algo limitado en el tiempo, y habitualmente implica un tiempo breve. Y si estamos hablando de una crisis como un acontecimiento histórico, querrá decir que tiene una duración breve en términos históricos: típicamente algunos meses, años, o décadas a lo sumo.
Pero lo que nosotros, los Homo sapiens industriales (o, como el sociólogo William R. Catton nos solía llamar, los Homo colossus), le hemos hecho al clima de la Tierra no es una crisis porque no es temporal. Es obviamente un «cambio», así que el término «Cambio Climático» no deja de ser correcto. Pero no es este un breve cambio que pueda ser revertido o finalizado para después retornar al estado previo o dar paso a un nuevo estado de equilibrio. Esa es la razón por la cual yo no creo que debamos usar este término. Porque no es correcto y, lo que es peor, podría dar a la sociedad la impresión —a través de la interpretación común de «crisis» como suceso limitado en el tiempo— de que este cambio no está aquí para quedarse.
Pero como inconformista e hipercrítico que soy, ni siquiera me gusta mucho esta terminología clásica de «Cambio Climático». Y ello es debido a una razón parecida. Pese a lo correcto que pueda ser, la palabra «cambio» le da a la gente inmediatamente la falsa impresión de que estamos pasando de un estado estable a otro estado, también estable. Cualquiera puede localizar en los medios de comunicación de masas numerosas noticias diciéndonos que el estado áms cálido de nuestras zonas hará posible nuevos cultivos procedentes de áreas más al sur. Por ejemplo, que un país verde y atlántico como Galicia se parecerá a las actuales partes mediterráneas de España, o que Siberia será una región de prosperidad agrícola gracias a unas temperaturas más cálidas. Pero esta es una imagen equivocada de lo que nos espera. Hemos destruido de manera definitiva la estabilidad climática del Holoceno y estamos adentrándonos en un periodo de condiciones climáticas caóticas que durarán cientos o incluso miles de años antes de que, eventualmente, se alcance un nuevo equilibrio. Es lo que pasa cuando perturbas sistemas dinámicos tan complejos como el sistema climático de la Tierra. Y esto es lo que los científicos y científicas climáticos y de dinámica de sistemas nos están diciendo.
Así pues, el término que yo prefiero […] es el más preciso, más informativo y descriptivo de «Caos Climático».