En el debate que pudimos ver esta semana organizado por Unidas Podemos acerca de la emergencia climática, me llamó mucho la atención la insistencia de su candidato a la presidencia del gobierno de España en una sola medida cada vez que tenía que hablar de cómo luchar contra el cambio climático. De hecho, no salía de ahí y volvía a ella una y otra vez como si no se le ocurriera ninguna otra idea: combatir el fenómeno de las puertas giratorias (por el cual personas de los partidos en el poder acaban, tras su paso por la política activa, contratados por las grandes empresas) en el sector energético, así como el poder del oligopolio, mediante la creación de una empresa pública de energía que usaría sólo fuentes renovables.
Dejemos de lado el hecho de que es una medida bastante tímida (cuando en realidad lo necesario sería nacionalizar — o mejor dicho: renacionalizar— todo el sector energético, para poder gestionar la necesaria reducción de la demanda de manera justa y democrática y no guiada por el lucro privado) y cuyos efectos sobre las emisiones no serían en todo caso muy llamativos, ni siquiera estarían asegurados, pues no influiría en nada en las emisiones del sector del transporte, ni en el agrícola ni en la construcción, y sólo podría evitar en el mejor de los casos una pequeña parte de las emisiones que hoy en día se producen en la generación de energía a partir de fuentes fósiles o nucleares.
Lo triste es que no se le ocurran más. O que, si conoce otras medidas, no las mencione y centre todo su discurso en esta, como si no hubiera otras o como si fuera la de mayor alcance. Hoy sábado, en una entrevista en directo para las noticias del 14 horas de Radio 5, ha vuelto a insistir, palabra por palabra en la misma idea: «puertas giratorias»… «oligopolio»… «empresa pública de renovables». Y ha hecho bandera de que será la parte ambiental, junto con la social, el eje del programa que presentarán en breve.
Si realmente prestase atención a lo que le dicen los colectivos que saben de esto, o sin ir más lejos, escuchase el otro día a las dos mujeres que tenía a su lado en el debate (Yayo Herrero y Laura Laguna), sabría que el cambio climático no se combate (solo) con empresas públicas y con renovables. Sabría (y lo diría) que se combate ante todo renunciando a la locura de seguir persiguiendo el crecimiento económico en un planeta finito y recalentado (por más de un siglo de dicho crecimiento). Sabría que el problema no lo causa un aspecto concreto de la corrupción inherente a estas pseudodemocracias controladas por el Capital, como es el de las puertas giratorias, sino que se trata de un problema cultural, un problema de modelo económico y social, un modelo del que es necesario salir lo antes posible (la metáfora de saber en qué dirección correr, que nos recuerda Yayo). No es un problema de la propiedad de las empresas que nos venden electricidad o de quién las dirige. Es un problema metabólico, de insotenibilidad del actual modelo civilizatorio (capitalista-industrial). Pero Pablo Iglesias no sólo parece tan despistado que no sabe en qué dirección hay que correr, sino que pretende llevarnos (a donde sea) a un paso solamente un poco más ligero.
Es urgente, si Unidas Podemos quiere tener algo de credibilidad como gestores o co-gestores de una supuesta transición ecológica, que sus líderes, comenzando por su candidato y principal cabeza visible, tomen conciencia de las reales causas del caos climático, de su relación ineludible con el declive energético fósil (de nuevo gracias a Yayo por intentar recordárselo), y de la dimensión de las vías para mitigarlo y adaptarnos a sus consecuencias. Unidas Podemos tiene una emergencia intelectual interna que atender para poder contribuir a resolver la emergencia energética y la urgencia climática que tenemos por delante.
PS: Una cuestión relacionada en la que debería escuchar a Yayo y Laura el Sr. Iglesias Turrión. Él afirma que las grandes empresas son responsables del 70% de las emisiones y que la gente corriente no puede hacer «nada» contra ellas. No es cierto. Podemos dejar de alimentarlas con nuestro dinero, con nuestro consumo. Para empezar, dejando de contratar el suministro eléctrico con aquellas que queman combustibles fósiles o poseen centrales nucleares, y pasándonos a cooperativas de energía renovable. Es algo tan fácil que apenas lleva unos minutos. Y no necesitamos que nos venga a salvar una nueva empresa de renovables de propiedad pública.