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¿Políticas del siglo XXI… o del XIX?

Resulta curioso escuchar a los representantes del gobierno español (en realidad esto es aplicable a la práctica totalidad de gobiernos nacionales, regionales o locales) presumir de hacer «políticas para la España del siglo XXI», proponer una «fiscalidad para el siglo XXI» y casi cualquier otra cosa con tal que sea «…del siglo XXI». Al mismo tiempo, se hace de la «innovación» un fin en sí mismo, un santo grial por el que medimos nuestro «progreso» como sociedad y la «modernización» del país, también como si hubiera alguna prueba de que lo «moderno» fuese bueno en sí mismo.

Sin embargo, si nos fijamos bien la realidad es totalmente opuesta: el sistema de gobierno es básicamente la misma democracia parlamentaria en su formato inaugurado por la Revolución Francesa (s. XVIII), como si no hubiese medios formas más avanzadas de gobierno directo de la ciudadanía; el sistema socioeconómico, el mismo que lleva en marcha desde el s. XV (el Capitalismo), pese a acumularse pruebas innegables de que está caduco, de que ha alcanzado sus límites metabólicos; el objetivo primero de la política económica, el mismo que a lo largo de todo el s. XX (el crecimiento del Producto Interior Bruto), pese a que ha dejado de ser posible debido a los límites biofísicos del planeta… La principal herramienta económica, la industrialización, la misma que en el s. XIX y en el XX.

Si quisieran realmente «liderar una transición ecológica» a otro sistema (como anuncian a bombo y plantillo), si quisieran de verdad «innovar» en lo más decisivo para la sociedad, si quisieran aplicar políticas propias de un siglo que estará caracterizado, sobre todo, por los efectos del caos climático y por el declive de la disponibilidad energética (el «siglo de la Gran Prueba», lo llama Riechmann, nada menos), si quisieran estar a la altura de los tiempos… entonces estarían apostando por un nuevo sistema socioeconómico poscapitalista, por nuevos objetivos sociales poscrecimiento, por la Economía Ecológica, por la creación de lo más necesario para afrontar este siglo de una manera que no sea trágica, es decir, la resiliencia social.

Porque lo que vemos hasta ahora es ortodoxia, cortoplacismo, convencionalismo, conservadurismo miope, economía (neo)clásica y abuso de recetas caducas en política económica y de políticas ecológicas propias de un mundo sin riesgo de colapso. Business as usual, con grados mayores o menores de maquillaje pretendidamente rejuvenecedor y novedoso.

Un gobierno innovador y apropiado para el siglo XXI sería un gobierno poscapitalista, decrecentista, rerruralizador, guiado por la búsqueda del Buen Vivir y de la máxima resiliencia para su ciudadanía ante el colapso civilizatorio en ciernes.

Manuel Casal Lodeiro, Barakaldo (1970). Escritor, divulgador, activista, aprendiz de labrador y de padre.

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