La ultraderecha está acaparando la radicalidad política, mientras que la izquierda, acomplejada, incapaz de creer en sí misma, se autolimita a luchar por un espacio político, el centro, que en tiempos de colapso, tiende a desaparecer. La polarización, en estas circunstancias, favorece a la única opción que se atreve a cuestionar el sistema. Y mientras mensajes de la derecha radical como «fuera inmigrantes» cosechan el malestar popular en forma de crecientes votos, mensajes análogos de la izquierda como podrían ser «expropiemos a los ricos» o «la tierra para quien la trabaja», han desaparecido por completo de los programas políticos incluso de los tradicionales partidos comunistas. La izquierda le ha cedido, por omisión, el terreno de juego de la radicalidad a la derecha. Y no ha podido ser en peor momento.
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