La civilización (seguramente civilizaciones) de los seres humanos que sobrevivan al cuello de botello evolutivo consecuencia del colapso de la actual civilización industrial tendrá un enorme reto si quiere sobrevivir en el tiempo y ser verdaderamente sustentable. Ese reto será nada menos que evitar la trampa de la complejidad en la que cayeron una tras otra las civilizaciones que se han sucedido en la historia hasta nuestros días: es decir, deberán aprender a resolver problemas sin aumentar su propia complejidad y, como consecuencia, su necesidad de consumo energético y de recursos. Sólo luchando permanentemente contra esa tendencia podrán evitar entrar en la cuesta abajo que nos ha traído hasta el precipicio que ahora vemos asomarse bajo nuestros pies.
Lo último de Breves
Buena parte de los problemas al debatir sobre el colapso, vienen por un uso tergiversado y
Microrrelato sobre la urgencia de las estrategias coordinadas entre marxismo y anarquismo para evitar los peores
Miedo al colapso. Miedo a hablar del colapso. Miedo a pensar el colapso, a reconocerlo, a
Algunos piensan que podremos extirparnos este cáncer llamado Capitalismo sin asumir las secuelas de la intervención,
Nos dicen a nosotros que no tenemos plan, pero su único plan será cerrar los ojos.
En teoría al menos, si una sociedad lograse detener su proceso de complejización creciente en el punto donde los rendimientos marginales comiezan a ser nulos (para a continuación comenzar a ser decrecientes de forma acelerada) lograría mantenerse indefinidamente (siempre y cuando sus fuentes energéticas fuesen renovables y de tasa de retorno energético constante). Pero ¿cómo lograría darse cuenta de que ha llegado a ese punto y necesita detenerse y dejar de crecer para sobrevivir? ¿Qué tipo de sistema de información acerca de sí misma debería disponer? ¿Qué mecanismos de feedback de seguridad? Desde luego algo mucho mejor de que ahora tenemos en nuestra soberbia e insostenible tecnosociedad… Y remarco que digo «mejor», no más complejo. Los sistemas de feedback que deberían haber hecho sonar dicha alarma en el caso de nuestra civilización no han funcionado, y por tanto hemos continuado durante varias décadas en el camino hacia el colapso, ciegos y arrogantes…. suicidas. La sostenibilidad era entonces posible: ya no, como nos recuerda Meadows. Ahora sólo cabe pensar en navegar por el colapso buscando maximizar la resiliencia y pensando en ponerles las cosas lo menos mal posible a las civilizaciones que sucedan a esta.
Cuando una especie se embarca en la espiral de la complejidad creciente… ¿existe realmente manera de detenerse por sí misma? ¿Qué grado de consciencia se requeriría? La nuestra se embarcó en saltos crecientes, como nos explicaba William Catton en sus obras Overshoot y Bottleneck, y otros críticos de la civilización también han descrito: primero la agricultura, luego la conquista y expolio de continentes inexplorados por parte de las sociedades más avanzadas y complejas, más tarde el carbón, que nos permitió explotar también el petróleo y por el camino ganar la suficiente complejidad técnica para explotar el átomo… Con lo cual posiblemente nos estábamos ya condenando superando todos los grados de complejidad autodetenible, rebasando los límites de la capacidad de carga del planeta, entrando en barrena con los rendimientos decrecientes, hundiéndonos bajo el peso de nuestra propia complejidad.