Del mismo modo que un cáncer que se extiende por un cuerpo humano, el tumor que crece desde hace un par de siglos en el cuerpo de esta civilización ha entrado en fase de metástasis. No sólo ha crecido de una manera fabulosa el tumor original, en forma de una monstruosa industria que absorbe cada vez más parte del flujo sanguíneo, sino que ha invadido mediante un proceso de metástasis cada vez más órganos y cada vez más vitales. Primero se alojó en el cerebro de esta civilización (sus sistemas de gobierno), apoderándose de ellos hasta que apenas dejó resquicio para cualquier decisión consciente que no partiera de sus tumorales ideas, e incluso contaminó las áreas más racionales del cerebro (la ciencia, la universidad, la Academia). Los sentidos también han sido colonizados por estas células (los medios de comunicación) de tal manera que las partes aún no afectadas del cerebro cada vez reciben una señal más irreal del exterior y de los procesos internos.
El cáncer capitalista-industrialista ha contaminado también pulmones y aparato digestivo (el sistema agroalimentario mundial) hasta tal punto que ha comprometido gravemente la capacidad de esta civilización para continuar alimentándose. Ha afectado las piernas (el transporte, la movilidad), que han crecido desmesuradamente comprometiendo la estabilidad y la capacidad respiratoria del organismo.
El sistema inmunológico de esta civilización ha sido incapaz de hacerle frente a tiempo al cáncer capitalista y ahora las células destructivas lo contaminan todo: nuestra manera de vivir, de pensar, de alimentarnos, de movernos… la ciudad y el campo… unos países y otros. Está extendido más allá de toda cura. La civilización está condenada a morir de cáncer.
Tan sólo le queda a este cuerpo el consuelo de cuidar y nutrir a sus hijos, aún demasiado pequeños y débiles, para que sean capaces de sobrevivirle como nuevas, pequeñas y diversas civilizaciones, libres de este cáncer, que deberán crecer aprendiendo de la enfermedad que mató a su madre y conservando aquellas enseñanzas que ella conservaba en las áreas limpias de su cerebro y que en sus últimos años de vida aún les pudo trasmitir.