El experimento que acaba de llevar a la práctica el diputado Joán Baldoví (con el inapropiado nombre de Congreso Transparente) me parece de una trascendencia histórica innegable, muy pertinente para demostrar que es posible la democracia directa por medio de Internet, pero… Creo que existe unha grave contradicción al respecto de que lo haga un parlamentario elegido por un partido político con un programa previo. Quiero decir que si las personas que votan por Internet deciden un voto en sentido contrario al programa político por el cual los votantes en las elecciones al Parlamento eligieron al Sr. Baldoví, los estará traicionando.
Por tanto la metodología es aparantemente correcta pero no su aplicación, porque entrá en contradicción potencial con la fidelidad a los votantes y al programa político que se presentó a aquellos (el de Compromís-Equo). Debería realizarse, como venimos proponiendo desde 2006 en Democracia Directa Digital, ya como punto de partida en las elecciones parlamentarias. Es decir, que cuando la gente elija a un candidato sepa que va a actuar así, que será un mero trasmisor de la voluntad popular, en todas y cada una de las leyes en cuya aprobación participe, y que por tanto no tiene sentido que se presente a las elecciones cuatrianuales con programa político alguno, más allá del compromiso de someter todos sus votos en el Congreso a la decisión de los ciudadanos.
En nuestro programa electoral llevábamos el compromiso de aprobar una ley de transparencia que positivara el derecho fundamental de acceso a la información recogido en la constitución, que la transparencia política fuera afectará a todos los órganos del Estado, y a entidades que no siendo públicas reciben fondos públicos o participan del proceso de toma de decisiones como Partidos Políticos, patronal, sindicatos etc.
Se presentaron muchas enmiendas para mejorar dicha ley, enmiendas que en comisión no pasaron el filtro de la mayoría absoluta del Partido Popular. EQUO se encontró ante el dilema de votar a favor de una ley de transparencia que no cumplía con las expectativas que nuestro programa había generado, o votar en contra de una ley de transparencia insuficiente, pero al menos una ley de transparencia que mejoraba algo la situación previa.
Este dilema lo resolvimos haciendo un llamamiento a nuestros votantes a que se mojarán con nuestro diputado, y muchos de nuestros votantes respondieron. Baldovi no ha traicionado a los que le votamos, sino a cooperado políticamente con nosotros para tomar decisiones ante circunstancias que son cambiantes cada día. Una nueva forma de entender la relación entre representados y representantes, en tanto no seamos capaces de construir un modelo donde no haga falta que nos represente nadie.
Que un diputado se someta al contrato del programa electoral es el mínimo, pero someterse al feedback del electorado cada menos de 4 años es posible y necesario en un mundo tecnológico.