Ayer una discusión de esas tan limitadas que uno suele tener en Twitter me hizo darme cuenta de que estamos ante un dilema de gran repercusión cuando nos planteamos, desde un activismo de izquierdas, cómo debemos actuar en este contexto de colapso, no sólo del capitalismo sino también del Estado (del Bienestar) y de toda la civilización industrial.
La raíz del minidebate fue un artículo de Pablo Prieto que defendía la escuela libre y comunitaria prioritariamente frente a la escuela pública, y que de hecho parecía claramente renunciar a la defensa y uso de esta última.
https://twitter.com/SalidaPorLaIzq/status/361740321014546433
Sin entrar en la posición concreta de este autor, creo que la tuit-conversación que tuve con SalidaPorLaIzquierda (y menormente con Paco Arnau) aparte de ser reveladora de ciertas posiciones en las izquierdas, en ocasiones sectarias hasta lo paranoico, nos revela un conflicto que cada vez va a estar más presente entre la construcción de una sociedad y un sistema nuevo poscapitalista y postestatal y el mantenimiento y defensa de los servicios públicos en la fase actual del colapso. Está claro para algunos de nosotros que el sistema actual (incluído el capitalismo y su contrapeso vigente, el Estado de Bienestar) acabará hundiéndose por el colapso entrópico en el que estamos irreversiblemente inmersos y que por ello es urgente e imprescindible la construcción inmediata de alternativas autogestionarias y de bajo consumo energético-material basadas en lo local y lo comunitario (frente al concepto comúnmente denominado público como sinónimo de estatal), es decir, las islas de neguentropía que nos recordaba hace poco Jorge Riechmann, la estrategia de los botes salvavidas de que nos hablan Richard Heinberg y otros divulgadores del peak oil, algo que creo encaja muy bien con lo que está promoviendo Enric Duran o, en nuestras antípodas, Ted Trainer. Es decir, comprendiendo que no podremos contar por mucho más tiempo con el soporte del Estado, volcar nuestras energías en construir soportes sociales por fuera de esa estructura. Por supuesto esto choca con los posicionamientos de la izquierda estatalista, máxime cuando no admiten que exista un problema civilizatorio más allá de la lucha de clases y que estemos abocados a un colapso más o menos rápido de todo el tinglado socioeconómico.
Pero nosotros, los que somos conscientes de que a largo plazo es insostenible un Estado de las dimensiones y complejidad de los actuales, y que creemos en la necesidad de crear alternativas que permitan la supervivencia del máximo número posible de seres humanos durante y tras ese colapso… ¿cómo debemos posicionarnos frente a la defensa a corto y medio plazo de los servicios públicos y de lo que queda del llamado Estado de Bienestar? No es extraño que desde la izquierda estatalista convencional nos tachen de traidores y de favorecer al capitalismo si renunciamos a contrarrestar la ofensiva actual, el expolio neoliberal. Además si somos prácticos debemos tanto nosotros como la izquierda libertaria, admitir que mientras no estén más extendidas las redes comunitarias que nos permitan además de vivir sin capitalismo, vivir sin Estado, debemos seguir apoyando la supervivencia de los servicios públicos. Un apoyo crítico, revelando su insostenibilidad en los parámetros actuales a largo plazo, y exigiendo su necesaria transformación a varios niveles: democratización (control directo por parte del pueblo), liberación de los condicionamientos capitalistas, replanteamiento de su sostenibilidad financiera / financiación, reducción de su huella ecológica y energética, aumento de su resiliencia, minimización de su dependencia de los combustibles y materiales fósiles, descentralización, etc. En ese sentido es en el que organizaciones como Véspera de Nada hemos creado planes más o menos exhaustivos para una acción desde arriba que promueva la resiliencia social y que vayan adaptando aquello que nos ofrece actualmente el Estado para asegurar un mínimo sufrimiento ante el colapso energético.
Por tanto, defenderemos a ultranza de la construcción de una sociedad y una economía fuera del capitalismo y de la dependencia estatal, pero simultáneamente, por responsabilidad social y como respuesta a corto plazo, lucharemos también contra la agresión del capital contra los servicios públicos estatales y el expolio de lo común. La izquierda estatalista debe comprender esta posición ambivalente y sólo en apariencia contradictoria, como posición táctica ante una transición —más que socioeconómica, civilizatoria— imprescindible, sin demonizar a los que apostamos por superar el capitalismo más que por enfrentarnos a él de la manera clásica, y por construir servicios e instituciones comunitarias ajenas al Estado. Es la vieja lucha entre libertarios y autoritarios en la izquierda, pero actualizada en un contexto radicalmente diferente que da un vuelco total a los parámetros de este debate histórico. El dilema entre construir lo nuevo y defender lo viejo seguirá vivo y dando mucho que hablar a lo largo de este colapso. Ojalá se abandonen los sectarismos y los posicionamientos rígidos por parte de todos, procurando con nuestras elecciones políticas favorecer siempre lo que minimice el sufrimiento y la explotación de nuestros congéneres.
Algo debió dejar resentido a Paco Arnau, que hoy durante otra tuit-conversa acabó pidiéndome que le dejase en paz simplemente por querer explicaciones sobre sus acusaciones de insultar, sobre sus críticas a mis opiniones y sobre su posicionamiento sobre los transgénicos: https://twitter.com/ciudadfutura/status/362147950274682880
Otra muestra más del sectarismo de cierta izquierda, bagaje muy desaconsejable para la guerra que tenemos por delante. ¡Qué gran lástima!
Creo que no merece el enlace a su web que había incorporado en este post, así que lo eliminaré. Quien quiera encontrarlo que lo busque, pero su actitud no merece que encima le haga publicidad y le lleve público a su blog.
Está gracioso el tweet del tal «Salida». Por un lado dice que nadie les hace caso y por otro que son peligrosos. Pero ya vi en la discusión que tuvisteis aquel día en el Twitter que el idioma del tipo es pura incoherencia.