Si lo que denominamos habitualmente democracia lo fuese realmente, el adjetivo de participativa sería absolutamente redundante, innecesario y absurdo, ya que para ejercer el gobierno el pueblo debe lógicamente no sólo participar sino determinar toda acción gubernativa o legislativa.
Sin embargo, la llamada democracia representativa basada en los parlamentos y las elecciones plurianuales entre un conjunto más o menos amplio de partidos políticos que no deben rendir cuentas a sus votantes y que se demuestra en la práctica que representan en realidad intereses ajenos a dichos votantes… es tan poco democrática que se ha tenido que inventar el ridículo término de democracia participativa para denominar a las acciones que con mayor o menor honestidad pretenden acercar al pueblo al proceso decisorio y de gobierno.
Por tanto considero que la propia existencia del término nos revela que no tenemos una auténtica democracia. Esta, o será directa o no será tal democracia; ni siquiera con los parches presuntamente participativos, pues lo que el pueblo hace en una democracia no es participar sino tomar directamente las decisiones.
Por tanto todos los bienpensantes bienintencionados que abogan por esa democracia participativa, que piensen bien lo que quiere decir y si no estarán intentando avanzar por un callejón sin salida que no lleva precisamente a la Democracia que seguramente desean.