El pasado 9 de febrero pudimos leer en una interesante entrevista a Carlos Taibo publicada por el veterano portal KaosEnLaRed, que no consideraba viable el uso de Internet para lograr una democracia directa:
«¿Internet podría ser un medio para practicar la democracia directa?
No. Es un medio para intercambiar información, para permitir estrategias de movilización… El decrecimiento reivindica siempre la primacía de la vida social, e Internet está bastante reñido con la vida social. Más allá de eso, me resulta fácil imaginar que se convierta en un instrumento al servicio de proyectos autoritarios. Hay que preguntarse: si nos hacen preguntas en Internet en régimen referendario, ¿quién elige esas preguntas?, ¿cómo se computan los resultados? No digo que no tenga sus ventajas, pero a mi entender no en términos de democracia directa.
¿Las redes sociales son un espacio interclasista y pluri-ideológico?
Ni interclasista ni pluri-ideológico. Partimos de la definición de que todo el mundo está en Internet, y eso no es verdad. Aunque la Red se ha extendido mucho, hay una dimensión generacional que a veces se olvida: la mayor parte de la gente mayor no está en esto, y ésta es una cuestión mucho más delicada de lo que parece. No se puede articular un movimiento social marginando desde el inicio a quienes tienen más de 60 años. Mi impresión es que las redes propician ante todo una comunicación entre gentes afines, pero pueden provocar también enquistamiento. Lo que se jalea en Twitter son los mensajes contundentes y un poco panfleteros. Me genera duda, en ese sentido, una tecnología que promociona fundamentalmente el panfleto y olvida las reflexiones más analíticas. Además, siempre olvidamos la funcionalidad que estas tecnologías tienen para el sistema: el carro del sistema se ve mucho más beneficiado por Internet que el carro alternativo, aunque este último obtenga algún beneficio de esas tecnologías.»
A continuación daré mi réplica a modo de carta abierta:
Estimado Carlos:
En primer lugar disculpa que me dirija a ti en un idioma que no es el nuestro: comprenderás que el ámbito de esta discusión aconseja continuarla en el idioma original de la entrevista que te realizaron, la cual, por cierto me pareció repleta de certeros análisis, excepto en el punto que pretendo tratar en esta carta.
Aunque ya sé que pese a que no te consideras a ti mismo experto en cuestiones de democracia electrónica y que accediste más bien por cortesía a contestar esa pregunta de la periodista, creo que es necesario profundizar algo más en la cuestión. Al menos a mí me sirve como pie para exponer una visión opuesta a la tuya, la cual trataré de exponer lo más sintéticamente posible:
- Tu respuesta es taxativa: «Internet no puede ser un medio para practicar la democracia directa», dices. Y a continuación expones algunas de los motivos que en tu opinión lo imposibilitan. Mi respuesta es diametralmente opuesta: Internet sí puede ser un medio para la democracia directa. De hecho me parece el único medio para hacerla posible a gran escala. Para argumentarlo comentaré uno a uno tus motivos.
- Internet no está reñido con la vida social. Tan sólo crea un nuevo medio para relacionarse, con sus propias normas y mecanismos. Ahí están las redes sociales para demostrarlo… redes que antiguamente llamábamos, con criterio más social, comunidades virtuales. Existen miles de ejemplos de actividad microsocial (parejas, amistades, ligues, contactos profesionales o para actividades no monetarizadas…) que se han hecho posibles gracias a la Red. E incluso ha ayudado a crear entornos sociales nuevos impensables sin su existencia: por ejemplo la comunidad virtual Fillos de Galicia que creé hace ya más de una década y que ha logrado reunir para el intercambio sociocultural a 7.000 personas de origen gallego de todo el mundo y de varias generaciones. Por tanto, pienso que existen pruebas más que de sobra para considerar que está muy lejos de poder considerarse reñida con la vida social. Otra cosa es que pueda tener, en ocasiones, un reverso negativo que perjudica aspectos de la vida social offline, pero no es siempre el caso, y yo soy de la opinión de que, dejando al margen casos patológicos de uso abusivo, las ventajas superan con mucho los inconvenientes desde el punto de vista de potenciación de la vida social.
- El hecho de que pueda ser utilizada la Red para fines autoritarios no impide que pueda serlo justo para lo contrario. Si aplicásemos esta misma lógica también diríamos que la prensa no es un medio válido para apoyar la democracia directa, porque también la pueden usar —y de hecho la han usado y la usan— los enemigos de la democracia. O la escuela, o la TV, la radio o el arte o… cualquier vehículo o medio social que podamos pensar puede ser usado en un sentido autoritario o pro-democrático. Por tanto ese argumento no me parece válido para negar la capacidad democratizadora de Internet y de otras tecnologías.
- Te preguntas quién eligiría las preguntas de unos posibles referenda por Internet, como si esa duda, sin tener una respuesta predefinida, anulase ya de antemano la viabilidad para realizarlos de manera democrática. También podríamos preguntarnos quién hace las preguntas o las propuestas de resolución en absolutamente cualquier asamblea física (por tanto offline), y no creo que por eso consideres que no son un mecanismo válido para la democracia directa: de hecho son el mecanismo por excelencia. La Red no es distinta en este punto: no impone dificultades nuevas de tipo metodológico básico. Si en una asamblea de, pongamos, 20 personas, podrían sin problema aceptarse para votación todas las propuestas presentadas por cualquiera de sus miembros, reconocerás que llegados a una cierta dimensión de la asamblea (100 personas, 200…) habría que exigir, por ser operativos, un cierto mínimo de apoyos previos antes de poder tramitar una propuesta, o para definir una pregunta que someter a aprobación referendaria del conjunto de la asamblea. En Internet es lo mismo: habría que disponer de mecanismos para que cualquier ciudadana o colectivo pudiese elevar una propuesta, la cual, tras recibir un mínimo de apoyos previos, sería sometida a la aprobación del conjunto de la asamblea: en este caso la asamblea sería toda la población y el mecanismo de votación, probablemente asíncrono. Pero la dificultad, si no existe en una asamblea física, tampoco tiene por qué existir en una virtual. Por tanto creo demostrado que no es ningún argumento que anule la viabilidad de una democracia directa por Internet.
- Te preguntas cómo se computarían los resultados de las preguntas sometidas a decisión directa de los ciudadanos por Internet. De nuevo una duda como argumento invalidatorio. Esa misma pregunta podríamos hacerla en los sistema actuales de elecciones a Cortes, a los ayuntamientos… Los mecanismos de cómputo no tienen por qué ser peores: de hecho podrían ser mejores ya que disponemos de DNI electrónico y podrían definirse mecanismos de validación y seguridad de voto. De hecho ya hay tanto empresas privadas como colectivos hacktivistas que han desarrollado medios que podrían ser utilizados para mejorar la seguridad, fiabilidad e integridad de dichas votaciones. Aquí el software libre podría ser un seguro adicional pues permitiría conocer todos los mecanismos, ahora opacos, desde que el ciudadano expresa su decisión hasta que se esta se computa, y que toda la comunidad de programadores fuese capaz de mejorarlo de manera colaborativa. Desde luego no parece esta cuestión técnica, perfectamente resoluble, un argumento sólido para rechazar las posibilidades de practicar la democracia directa por Internet.
- Al respecto de la segunda pregunta que acerca de la cuestión de Internet te hacían en la entrevista, me limitaré a comentar aquellos aspectos que puedan entenderse también como un argumento contra su viabilidad para la democracia directa, dejando los otros de lado. Así, dices que no podemos olvidar que no todo el mundo está en Internet: en efecto, es una pega importante para una democracia directa que se base únicamente en la Red. Es algo que pese a no estar en la agenda ni en las reflexiones conocidas de colectivos nacidos en los últimos tiempos que defienden el uso de Internet para la democracia, lleva ocupando los debates y decisiones de Democracia Directa Digital (D3) desde que lo creamos en 2006. Nosotros no creemos en una democracia directa sólo para internautas, pero creemos que es posible usar los medios tecnológicos como soporte principal y complementarlo con mecanismos offline que usen tecnologías más al alcance de todos los colectivos, sin importar su edad, su nivel de alfabetización tecnológica o su conectividad. Mecanismos como los cajeros automáticos de los bancos son utilizados por personas de todas las edades, así como los teléfonos móviles o la TDT, y todas ellas son tecnologías que pueden ser utilizadas dentro de un sistema integral de votación asíncrona y permanente. Y por si eso fuese insuficiente para incluir a todas las personas con derecho a voto, podríamos imaginar mecanismos de conexión con las asambleas físicas para quien no pudiese o quisiese utilizar los otros medios. Es cuestión de operar desde la tradición asamblearia pero dando cabida a las inmensas posibilidades de la tecnología actual… Otra ventaja que tendría no poner todos los huevos en la cesta tecnológica, es que esta, como bien sabemos ambos, peligra por diversos motivos: uno de los cuales es el progresivo colapso de la civilización industrial. Por tanto un sistema mixto digital-físico sería mucho más resiliente, y permitiría que incluso en casos de pérdida de la posibilidad de utilizar Internet o la telefonía celular a nivel masivo, la práctica democrática directa perviviese a nivel local, que es donde estará sin duda el futuro de nuestra especie. No obstante, mientras tengamos Internet deberíamos aprovecharla al máximo para consolidar, a modo de retroalimentación, la democracia directa también en los ámbitos offline locales.
- Dices que el sistema se ve más beneficiado por Internet que sus alternativas. Me parece una afirmación demasiado amplia y como desconozco en qué la basas no entraré a rebatirla. Sin duda ciertos aspectos de Internet son más beneficiosos para el status quo que para sus alternativas, pero también al contrario y de hecho esa dialéctica existe desde el comienzo y es parte de la lucha que vivimos. Desde luego más que un argumento para negar la validez de Internet lo tomaría como una llamada a la precaución y a no depender en demasía de estos medios. No sólo por este motivo, sino por la probable insostenibilidad que mencionaba antes dentro de un contexto de colapso generalizado.
- Para finalizar quisiera mencionar un hándicap más sólido, a mi entender, para el ejercicio de una auténtica democracia, y que curiosamente tú no mencionas. Tampoco aparece en los argumentarios de ciertos defensores a ultranza de una supuesta democracia directa por Internet como el Partido de Internet, Democracia 4.0 o el reciente y polémico Partido X. Me refiero al papel que juegan los medios de comunicación en la configuración de la opinión pública. En D3 tenemos muy claro y así lo hemos repetido en sucesivas asambleas y en nuestras comunicaciones públicas, que sin un panorama mediático verdaderamente libre, plural y democrático, que permita determinar la opinión de cada ciudadana a partir de una igualdad de condiciones en la difusión de todas las versiones de cada conflicto o decisión social en juego, por mucha democracia electrónica que ofrezcamos, por mucho que puenteemos a los falsos representantes de los parlamentos… no habrá auténtica democracia. Por tanto la democracia de tipo directo por Internet debe verse acompañada imprescindiblemente de una trasformación radical del panorama mediático que permita a los ciudadanos controlar directamente también los medios por los cuales se informa, y no sólo los medios por los cuales decide y se gobierna.
Espero que estas reflexiones sirvan para ayudarnos a comprender los verdaderos obstáculos para una democracia auténtica —es decir, directa— que no están en la propia tecnología, sino que van más allá, y que de hecho la tecnología puede ser un medio crucial importante para superarlos.