Después de haber visto —por recomendación de nuestra pediatra— el vídeo de una conferencia del Dr. Nicolás Olea acerca de la cuasi-ubicua contaminación por pesticidas y plásticos, y tras un año en el que la amenaza para nuestra supervivencia que supone la contaminación química ha estado muy presente para mí, he llegado a la siguiente reflexión.
Millones de años de evolución nos han dotado a los humanos de la capacidad para detectar buena parte de los tóxicos presentes en la Naturaleza, principalmente a través de los sentidos del olfato y del gusto, haciendo que nos huelan o sepan mal muchas de las sustancias que pueden suponer un riesgo para nuestra vida.
Sin embargo, nuestro desarrollo como especie civilizada y principalmente a partir de la revolución industrial, ha supuesto el abandono de esas coordenadas de seguridad para nuestra especie al comenzar a generar de manera masiva y omnipresente nuevos tipos de contaminantes que no estaban presentes en el medio natural en el que hemos evolucionado o que, si lo estaban, era en concentraciones y ubicaciones muy escasas. En la lista podemos incluir todos los productos químicos de síntesis (orgánicos e inorgánicos), las radiaciones electromagnéticas en espectros como el de las microondas y los elementos altamente radiactivos propios de la industria nuclear. El ser humano no es capaz de detectar por ninguno de sus sentidos prácticamente ninguno de estos nuevos contaminantes, pese a que muchos de ellos tienen efectos tóxicos, incluso mortales, para nosotros. Nos hemos rodeado inconscientemente de venenos que somos incapaces de detectar, muchos de ellos presentes en nuestra vida diaria moderna y urbanita a nivel mundial. Y no sólo nos hemos rodeado nosotros (o más bien nos han rodeado ciertas industrias) sino también al resto de especies con las que compartimos planeta. Me pregunto cuál será el destino de una especie que ha jugado tan irresponsablemente con su propia seguridad y la de toda la biosfera.
Los cientos de toneladas de amianto con las que convivimos en España, bajo la forma de uralitas amenazándonos con cáncer de pulmón ante cualquier rotura accidental o provocada o el mero desgaste, es un buen ejemplo de esto.
En El País hai un par de semanas publicaron unha nova importante relacionada con isto que comentas: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/02/19/actualidad/1361307681_575897.html
[…] o hacían mal de manera evidente y relativamente rápida. No estamos capacitados evolutivamente para percibir ni comprender el concepto de tóxico difuso y persistente (en el medio o en nuestro organismo, es […]