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El movimiento indignado interpretado como una fuerza física

Resorte - Muelle - Spring (FUENTE: Wikipedia)A veces pensar los comportamientos sociales (e incluso personales) en términos de leyes físicas nos ayuda a comprenderlos. Al fin y al cabo nuestros cerebros están regidos por la misma física y química que el resto del mundo físico, y no es descabellado aplicar sus leyes para intentar entender cómo reaccionan ante la realidad.

En concreto podemos intentar pensar el Movimiento de los indignados, cuyo punto de arranque lo ha bautizado como 15 de mayo, desde la Física, en concreto desde la Mecánica. Podemos considerar a la sociedad en su conjunto como un sistema o un objeto elástico sometido a creciente presión externa. El sistema, al ser dinámico y adaptable, posee una considerable capacidad de absorber esa presión, pero la va acumulando en forma de tensión interna, del mismo modo que haría un resorte sometido casi permanentemente a un peso que no lo deja volver a su posición natural. Esa tensión acumulada a un ritmo mayor del que puede liberar el sistema por sus propios medios, necesariamente debe en algún momento dado liberarse de alguna manera, pues el sistema tiene un límite para soportarla. El 15 de mayo de 2011 esa tensión superó su límite y mediante una inesperada válvula de escape, vivió una liberación repentina, muy rápida… espectacular.

Toda la energía acumulada en forma de indignación se liberó en las semanas posteriores, para irse disipando sin grandes efectos al no tener un cauce de expresión preparado (que podría haber sido por ejemplo una red de organizaciones sociales suficientemente extensa y potente). Como en una olla a presión, al faltar un canal previo que permitiese su salida en una dirección concreta, fue como abrir de golpe la tapa: salió en todas direcciones, perdiendo su capacidad de realizar un trabajo, es decir, de conseguir cambios sociales o políticos efectivos. Evidentemente algo se movió a raíz de esa liberación masiva de tensión social y puso en marcha miles de conciencias y de voluntades que ahora continúan trabajando, con mucha menos energía y en mucho menor número en proyectos emergentes de cambio social.

No obstante, la presión no aflojó y de hecho se acrecentó con el trascurso de los meses. Pero una vez liberada la inmensa presión acumulada antes del 15 de mayo, el sistema ha vuelto a recuperar capacidad para soportarla. Está por ver si no se ha roto definitivamente esa capacidad de volver a su estado inicial de reposo o calma social, o hasta qué punto está deteriorada. Quiero con esto decir que seguramente la sociedad ya no volverá a aguantar tampo tiempo antes de volver a saltar, de volver a liberar la tensión que gobiernos y poderes económicos están imponiendo sobre el cuerpo social. La reacción será de nuevo inevitable. Esperemos que esta vez sí haya válvulas y cauces preparados para conducirla de manera eficaz hacia una trasformación radical de nuestras superestructuras. Esa es la labor en la que deberíamos ocuparnos mientras esperamos el nuevo estallido.

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