Lo he dicho en otros lugares y momentos pero merece la pena insistir para dejarlo bien claro: los partidos políticos históricamente han desempeñado la función de representar a los ciudadanos mediante la presentación de candidaturas a las elecciones parlamentarias. Lo habrán hecho mejor o peor, no entraré en ese debate. Lo que está claro es que desde que existen medios para que el conjunto de los ciudadanos debata y decida en una asamblea permanente, esa función intermediadora de los partidos pierde todo su sentido. Por tanto, es hora de que los partidos políticos asuman con valentía su obsolescencia como interfaz representativa en Democracia y devuelvan la plena soberanía al pueblo, depositario de la misma.
Si ejercían la función legislativa y gubernativa era por delegación necesaria, ya que los ciudadanos no nos podíamos reunir todo el tiempo en el mismo lugar para tomar decisiones, al menos a niveles mayores que el municipio. Pero Internet lo cambió todo: ahora y de manera asíncrona todos los ciudadanos pueden informarse, debatir y tomar decisiones sobre todo aquello que les afecta. Si los partidos se niegan a reconocerlo y cederles el gobierno y la capacidad legislativa, demostrarán que no son realmente democráticos, y que pretenden usurpar la soberanía que el pueblo les cedió en el pasado por necesidad. Ese necesidad ya no existe. Es hora de que la Democracia Directa recupere su lugar y el Ágora ciudadana permanente sustituya al Parlamento representativo. El cheque en blanco cuatrianual debe ceder su lugar en la historia al referéndum permanente por medio de Internet.
A partir de ahora cualquier político decente debería reconocer que la función representativa ya no tiene sentido, y aun diría más: que es contraproducente y antidemocrática. Y no debería aceptar ser incluido/a en ninguna lista electoral usurpadora, a no ser en listas que acepten meramente trasmitir en todo momento la decisión de los ciudadanos, como las que ha esbozado Democracia Directa Digital (D3). Los partidos deben volver a ser meros laboratorios de ideas que proponer a la sociedad y dejar de intermediar en las funciones que ya no les corresponden. No nos representan ni necesitamos ya que lo hagan.
Lógicamente no podemos esperar semejante dignidad y altura de miras a los partidos de derecha, puesto que su función es representar los intereses de una minoría: la clase capitalista. Pero sí creo que los partidos de izquierdas deberían someterse a esta profunda trasformación, tener la valentía de renunciar a presentar candidaturas partidistas (de una parte) y aceptar que el objetivo prioritario es construir esta nueva Democracia de los Ciudadanos (no de los partidos), como única democracia auténtica posible y necesaria.