¡Acabo de caer! Lo tenía delante de los ojos pero no era consciente de que lo que me estaban trasmitiendo esas palabras. Es curioso cómo las verdades tan voluminosas acaban por salir a flote, gracias a algún tipo de principio de Arquímedes sociopolítico. Es así como me he dado cuenta de que en realidad, a estos del Manifiesto por la lengua común, se les ve un enorme plumero en la misma denominación con que lo han bautizado.
Decir que el castellano es la lengua común de todos los españoles (cosa por otro lado inexacta, puesto que hasta donde yo sé no se le exige su conocimiento a nadie para reconocerle dicha ciudadanía) es negar que las demás lenguas habladas en España sean patrimonio común. Ahí acaban por salir a relucir tantos años de hipocresía con la supuesta casa común y con la españolidad de los idiomas gallego, vasco y catalán (por no hablar de los otros condenados al olvido: astur-leonés, aragonés, aranés…). Si la castellana es la única común, es que las demás lenguas no son españolas, es decir, son «de otros», «vuestras pero no nuestras», poniendo así ellos propia división que pretenden denunciar, como profecía autocumplida.
Paradójico pero revelador, que puedan dividir usando la palabra «común».
NOTA: Esta reflexión personal la escribo en su idioma, no sea que no entiendan lenguas ajenas.