Los políticos de uno y otro signo se han arrogado a lo largo de la Historia el poder mágico de conocer e interpretar la voluntad popular, que se convierte en sus manos una y otra vez en una excusa, un instrumento para justificar sus actuaciones sectarias.
Pero ya no necesitamos sacerdotes que interpreten por nosotros las señales mistéricas e inexcrutables del mito de la Voluntad Popular: por primera vez la gente puede conocer lo que opina la gente sobre un determinado tema -o sobre todos los temas- sin INTERvención ni INTERferencia de charlatanes INTERmediarios, que sólo buscan tergiversar esa opinión y manipularla -cuando no directamente inventarla- en función de sus intereses inconfesables. Un partido que quiera lograr un objetivo X alegará sistemáticamente «¡La gente quiere X!», nunca «Nosotros queremos X» o «Aquellos para quienes realmente trabajamos quieren X». Desmontemos esa recurrente mecánica argumentativa y habremos desenmascarado a los partidos políticos para siempre.
Sólo necesitamos una tecnología neutra y verificable, inmediata y ubicua, en manos de un control ciudadano independiente, para que todos podamos saber lo que opina/piensa/demanda el Grupo, sea este el municipio, la región, el país o -¿por qué no?- el Mundo. Esa tecnología básica para lograrlo está ahí y se llama Internet: sólo hay que aplicarla a este objetivo. De hecho Internet ya ha supuesto la desaparición de otras figuras de intermediación, en el terreno comercial, y está resquebrajando los cimientos de otras arcaicas econoestructuras, como la de la propiedad intelectual. Es hora de que le toque el turno a los obsoletos intermediarios de la estructura política.
Una vez que podamos tener acceso de primera mano a conocer por nosotros mismos esa Voluntad Popular, los partidos quedarán como el Rey Desnudo del cuento de Andersen, con sus vergüenzas y mentiras a la vista de todos. Su poder se difuminará del mismo modo que se desvaneció en la bruma de la historia antigua el de los chamanes y sacerdotes que intermediaban entre los hombres y la inaccesible Verdad Divina, cuando la Ciencia y la Razón se abrieron paso en las mentes, liberándolas de la tiranía del Mito.
Y si este giro revolucionario no termina abocando sencillamente a los partidos a su extinción, cuando menos les obligará a un ejercicio profundo de expurgación y transición dolorosa hacia otro paradigma, más humilde, más de tipo propositivo, y alejado de sus actuales justificaciones falaces asentadas en una permanente violación y usurpación de la verdad y de las voces de cada uno y una de nosotros.
Publicado anteriormente en D-3.info