Acabo de escuchar hace un momento una entrevista de Sandra Urdín a Luis Garicano, europarlamentario de Ciudadanos, en la que entre su atropellada manera de hablar (el número de sílabas y fonemas que se zampa por minuto me ha dejado atónito), he pescado dos buenos mazagatismos, y curiosamente ambos son de cosas que no llegan a sitios: «no nos llega la camisa al cuello» y «que no llegue el agua al río». Las expresiones correctas son no llegar la camisa al cuerpo y no llegar la sangre al río, pero en una el Sr. Garikano… perdón: Garicano, ha reducido el cuerpo al cuello y en la otra ha censurado la versión gore original cambiándola por una aguada y absurda versión: porque si no llega el agua al río… ¡no hay río!