Por cierto, un inciso: le propongo a la señora Pastor que se cambie ese apellido porque es machista. Que se modifique la legislación para que todos los apellidos masculinos se puedan cambiar a femeninos. ¡Digo!
Ahora sigo con las perlas extraídas de sus declaraciones a 20 minutos.
(…) lo que no se nombra no existe. El lenguaje no visualiza a la mujer. Es una cuestión de justicia. Las palabras expresan pensamientos y sentimientos, por eso no debería ser denigrante para el 52% de la población mundial.
¡Cuanta densidad de sinsentidos por centímentro! Si lo que no se nombra no existe y las palabras están nombrando pensamientos y sentimientos que no nos gustan, entonces vamos a borrar esas palabras, que los sentimientos machistas desaparecerán como por arte de magia. ¿Eso es pensamiento mágico o me estoy engañando? Hace falta ser ingenua. Por cierto, a ella le parece denigrante… pero asumir que su opinión es la de todas las mujeres del mundo me parece demagógico.
Sobre que tendría que desaparecer coñazo (al principio del artículo se menciona que curiosamente algo bueno es cojonudo y algo malo un coñazo), quisiera resaltar algo que como hablante de gallego siempre me ha llamado la atención y llenado de orgullo: en esta otra lengua romance, se usa el sexo femenino con un sentido figurado más positivo y decir que algo é a cona, es que es muy divertido, y no existe eso del coñazo. Sí que revela sexismo este aspecto concreto del idioma castellano, pero confundir el síntoma con la causa y pensar que eliminándolo se acaba con el machismo es un gran error.
Lo que es soprendente es que quiera purgar ligona. Yo jamás he oído esa palabra usada peyorativamente ni siquiera con el más ligero matiz de diferenciación con ligón. Esto me lleva a pensar que si ella me quita una palabra que yo no considero que exprese el más mínimo sexismo, aunque partiera de la aceptación de las premisas ideológicas de que el lenguaje puede ser sexista, estaría siendo violentado en mi derecho a utilizar una palabra que pertenece a mi idioma. Así que es un peligro más de esta insensatez de la purga del lenguaje. ¿Dónde van a poner el límite? ¿Se hará votación popular para que las mujeres decidan cada mes qué nuevas palabras les sientan mal? Al final no quedará ninguna, ya lo veréis. Y, claro, luego vendrán todo tipo de colectivos (personas de otras razas, determinadas profesiones, etc.) que se verán ofendidas por sustantivos, adjetivos, refranes… y al final hablaremos con números como los ordenadores, que son mucho más políticamente correctos. Y si no, al tiempo.