Hace unos pocos días escuchaba a una amiga comentar que en una determinada zona de Galicia la gente hacía casas más modestas, más discretas, menos llamativas, propias de gente más humilde, que en otras zonas concretas donde eran más aparentes y lujosas. Pero se equivocó de adjetivo y dijo que las casas eran menos «portentosas». No se refería a que volasen ni a ningún otro portento similar: lógicamente, el adjetivo que ella no encontró en su almacén mental era ostentosas.