Existe en castellano la expresión «inasequible al desaliento».
Por cierto, justo es recordar su origen, que se halla en las catacumbas de la retórica más ampulosa de la ideología falangista. José A. Primo de Rivera definió la Falange como «una irreductible minoría inasequible al desaliento» (eso sí, no se nos olvide que cuanto más ampulosa es la retórica, más vacío suele ser el mensaje… Es como la prueba del nueve de las ideologías y, como esa prueba, no falla; pero, no nos despistemos y vayamos a lo nuestro).
He hallado un precioso mazagatismo sobre la irreductibilidad en este artículo de El País, en el que se mezclan churras con merinas e inasequibles con irreductibles, diciendo de la ex-esposa del fundador de Zara que:
Sin embargo, irreductible al desaliento, Rosalía Mera aplica un optimismo muy poco gallego.
¿Será la pobre señora Mera tan pequeñita que ni el desaliento puede achicárnosla?