¿Pesetas qué?

Hubo una vez en Francia (enero de 1960 si la memoria no me falla) una revaluación tal que supuso quitarle dos ó tres ceros a la moneda. A partir de ese momento, los franceses pasaron a hablar de francos antiguos y francos nuevos. Y luego pasaron al euro. Y citaban precios en francos y en euros (lo de los francos viejos y nuevos, tanto tiempo después, ya no se planteaba).

Los españoles hemos tenido pesetas (pocas, es verdad) en el bolsillo desde 1868 hasta la introducción del euro, en enero de 2002. Pero peseta como unidad monetaria, desde su introducción, como si de una madre se tratara, hemos tenido sólo una.

Vistas así las cosas, se entiende mal el hábito de hablar -como en este artículo de El Mundo de hoy- de «antiguas pesetas» ¿Cuáles son las «pesetas nuevas»?

3 comentarios

Archivado bajo Lengua disidente

3 respuestas a ¿Pesetas qué?

  1. samuel

    Se trata del epíteto o función explicativa, simplemente (la propia posición del adjetivo lo delata).
    Por otra parte, no tengo claro que «revaluar» sea aquí el término más adecuado; cuanto menos, induce a confusión. La «redefinición» del franco aquí implicó una «devaluación», no sólo por el menor valor del nuevo franco, sino que la operación también conllevó una devaluación adicional de un 17.5% de la moneda.

  2. leiko

    La redefinición del franco implicó a) una devaluación de un 17,5% y b) una reevaluación-reajuste-llamémoslo-como-queramos del valor del franco, que perdió dos ceros:

    http://fr.wikipedia.org/wiki/Franc_fran%C3%A7ais

    De todos modos lo antiguo lo es en relación a lo nuevo: igual que no puede haber compras sin ventas, no puede haber antugüedad sin que alguien lo contemple desde un tiempo más reciente. Y por esa regla de tres, no puede haber antiguas pesetas si no hay pesetas nuevas, lo que no ha sido nunca el caso.

  3. samuel

    Lo mismo me he explicado demasiado sintéticamente. Cuando el adjetivo tiene función especificativa, delimita la extensión semántica del nombre al que acompaña. Por ejemplo, cuando se habla de francos viejos, limita un subconjunto concreto de todos los francos que han existido a lo largo de la historia (los anteriores a 1960). O, cuando se habla de francos franceses, limita sólo a los emitidos como moneda en Francia, etc.

    Por el contrario, cuando el adjetivo tiene función explicativa (también se le llama epíteto en este caso), su ausencia no delimita el campo del nombre al que acompaña, sino que aporta valores expresivos y descriptivos. Su eliminación no modifica el ámbito al que se refiere el nombre, simplemente reduce lo que se nos cuenta de él. En particular, cuando un adjetivo va antepuesto al nombre, suele tener esta función. De ahí que podamos decir «las antiguas pesetas» sin necesidad de que haya pesetas de dos tipos, basta con que las pesetas pertenezcan a una época anterior (sean antiguas). Igual que si digo «mi vieja madre», no es porque tenga una madre vieja y una madre joven. Se puede responder lo mismo al «chiste» médico sobre los bífidus activos (siento destrozarlo, no soy médico): se preguntan si acaso hay bífidus pasivos (o inactivos, etc.) La respuesta es que aquí «activo» se limita a describir una cualidad del producto, no a delimitarlo.

    En el artículo se habla de «antiguas pesetas» para darle un valor estilístico que recuerde al lector que es una moneda que ya no se utiliza. Ahora bien, sin ser incorrecto, sí reconozco que es un cliché, una frase hecha que se ha extendido por todas partes y que se utiliza sin atender a ningún valor estilístico, sino por pura asociación del sintagma en la mente del hablante. Igual que no decimos «los actuales euros», no hay por qué decir siempre «antiguas pesetas», pero es un problema en el nivel del estilo (como sería, por ejemplo, el uso de una expresión coloquial).

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