Ayer en Radio Galega pude constatar hasta que punto el Partido Popular es una fuente de patadas lingüísticas de primera categoría:
La portavoz Soraya Sáez de Santamaría habló de que había un dolor que aún no había sido satisfecho. ¿Desde cuándo se satisface el dolor? Puede satisfacerse un deseo, una demanda, una reparación… pero ¿¡el dolor?! Que concepto extraño tiene la derecha de este país que mezcla así la satisfacción con el deseo: ¿serán masoquistas?
Por otro lado nuestro flamante nuevo -y aún-no-suficientemente-bilingüe– presidente de la Xunta, Alberto Núñez Habichuelo (perdón, Feixó), pidió para la cuestión de volver oficial el topónimo castellano de La Coruña, un consenso mayoritario entre los grupos municipales. Extraño concepto de la política tiene Mr. Bean (o sea, el Sr. Habichuelo) para quien un consenso puede ser minoritario, cuando por definición consiste en que todo el mundo de pone de acuerdo.