El pasado 31 de octubre estupefacto escuché en unas imágenes por televisión al presidente del Congreso de los Diputados, el Sr. Manuel Marín, la siguiente frase:
Sra. Hermosilla, le llamo al orden.
Imagino que tratada como un hombre, la diputada Hermosilla haría caso omiso al incorrecto llamamiento del presidente de la cámara.
¿Y no puede ser que la tratara de usted?
Como algunos analfabetos gramáticales -por desgracia abundan en España y muchos de ellos son periodistas- oyeron una vez decir, por ejemplo, «le di un beso a María», le cogieron el gustillo a la forma «le» y, sin ruborizarse y sin distinguir el acusativo del dativo, dicen «a María le besé» (en vez de «la besé»), o «a María le acusan de un robo» (en vez de «a María la acusan de un robo»). ¡Qué pena!
Bueno, Adolfo, es posible que estemos ante casos de periodismo erótico elíptico: «A María le besé (un seno / los labios mayores / una nalga…)» 😀