Los hecho luctuosos son con frecuencia ocasión para darle patadas al idioma. Para muestra un botón: el que este pasado día 4 pudimos oír en el Teleberri sobre una niña de 18 meses, única superviviente de un trágico accidente doméstico-climatológico en el País Vasco-francés, la cual quedaba, según la reportera «huérfana de padre, madre y hermana». No sabía yo que uno/a se podía quedar huérfano de hermanos, pero ya tomo nota.