En algunos foros y en comentarios a este mismo blog ha salido un argumento que existe desde que se inventaron los boycotts: «no es bueno boicotear a una empresa porque si pierden dinero, podrían echar trabajadores a la calle y entonces los estarías perjudicando a ellos». Voy a tratar de demostrar que ese argumento no invalida en absoluto la validez ética del boycott comercial.
Las empresas que lanzan esas advertencias actúan como si tomasen rehenes para justificarse… «No nos boicotees, si no, echamos a estos a la calle». (Tú me amenazas, yo te amenazo… Tú quieres que cambie A y yo no sólo no lo cambio, sino que encima la pago con B para que te echen a ti la culpa y yo tenga un estupendo cabeza de turco… Coacción contra boycott… Rehenes contra decisión libre de compra.)
Y si nos dicen «o me comprar más o los echo…» ¿también deberíamos hacerlo? No podemos estar en sus manos. Si no es esta excusa, encontrarán otra para hacer los despidos que quieran.
¿Pensáis que necesitan excusas para echar obreros? Si ganan, porque no ganan lo suficiente… Si pierden, porque pierden… Si la conyuntura macroeconómica es mala… Si les hacen boycott… etc. etc.
Si dependemos de esas excusas para decidir nuestro actuar como consumidores entonces estaremos en sus manos y nunca haremos nada por propia voluntad, porque siempre tendrán una excusa de ese tipo. Es la versión microeconómica del argumento global del Capitalismo Mundializado: el éxito de las empresas traerá la felicidad para todos, habrá pleno empleo, productos más sanos, más baratos, mejores, etc.
Así que pensemos un poquito.
Si no quieren tener pérdidas debido a los boycotts, la solución lógicamente pasa porque abandonen las políticas que los han causado. Si en lugar de eso, la pagan con los trabajadores no tiene la culpa el que boicotea, que sólo está ejerciendo su derecho soberano de decidir a quién darle su dinero a cambio de productos o servicios. ¿No es eso su libre mercado? ;-P
Finalmente una reflexión sobre la historia: si no se hubiera hecho boycott internacional a la Sudáfrica del Apartheid, con esa misma excusa, aún estarían los negros como estaban.
¿Es posible que las empresas tengan siempre comportamiento mafioso? ¿O es que el poder, para autoconservarse recurre a tácticas mafiosas de cohersión y similares? ¿Se puede ejercer poder sin ser mafioso? Todo eso me parece muy interesante, pero parecería ser que el que termina «manejando» el mercado lo hace gracias a que es un mafioso de primera.
Me gustó lo que leí en este blog, al cual he llegado gracias a «Por fin es lunes». Vendré seguido.
La «pega» que le pondría al boycot como método de presión no son los posibles despidos sino su carácter antidemocrático. Al fin y al cabo, el poder de un boycot se basa en el poder adquisitivo del individuo que boycotea, y si eres pobre tu boycot no vale mucho (no vale una mierda…). En fin, no sé que pensarás sobre esto pero tener al boycot como herramienta de lucha es incoherente, además, es un método basado en la regla 1 dólar-1 voto propia de instituciones poco afines a nuestras ideas, no crees?
Rubén
Entiendo tu objeción, Ártabro. Pero yo no lo veo antidemocrático. En todo caso ademocrático o parademocrático. Si partimos de la tesis de que el voto no vale para nada (o para bien poco), de que la democracia está supeditada a la economía, entonces recurrir al poder económico como forma paralela de lucha no lo veo anti- 😉
Y lo de que el pobre no puede ejercer su poder boicoteador, sí efectivamente podrá ejercerlo menos, pero todos tenemos un cierto grado de poder. Lógicamente no estoy defeniendo derechos económicos basados en la capacidad adquisitiva, pero si tenemos un grado diverso de poder, entre todos podemos ejercerlo para contrarrestar el poder incomparablemente mayor que tienen las empresas. Eso sí que es anti-democrático.
Completamente de acuerdo. Realmente somos los consumidores (pobres y ricos) quienes mantenemos a estas empresas. Sin nosotros no son nada, asi que nosotros tenemos el poder de cambiar la situacion actual.
Hay que reclamar mas insistentemente el poder que tenemos los pequeños consumidores cuando actuamos juntos y en la misma linea.