Si el sistema hegemónico se fundamenta en premisas esencialmente irracionales y anticientíficas (la posibilidad del crecimiento perpetuo, la infinitud de los recursos, la separación del hombre y su economía del resto de la biosfera, el poder mágico de la tecnología…), ¿por qué pensamos que un llamamiento racional y basado en argumentos científicos podrá evitar el suicidio colectivo al que nos dirige dicho sistema? ¿No será más eficaz apelar al mythos además de al logos, para derrotar a la delirante Megamáquina capitalista-industrial en su propio terreno de juego? Es en ese terreno de las creencias irracionales —y no en otros donde tendríamos ventaja como el sentido común o la ciencia— donde se juega el futuro de la Humanidad.